Crema catalana

30 minutos 6 comensales

Si te gustan los dulces tradicionales, sencillos y elaborados con huevos camperos, apúntate esta crema catalana (o crema quemada, como también se la conoce en muchos lugares). 

Es fácil y riquísima: te saldrá a la primera y te dejará genial ante invitados (es perfecta, además, para servir en raciones individuales). 

¡Y es que pocos se resisten al crujido de su costra azucarada y ligeramente caramelizada!

Apunta bien todos los pasos y hazte con un soplete de repostería para ese toque final tan especial. Te sorprenderás de lo fácil que es usarlo. 

Crema catalana

Historia de la crema catalana

El origen de la crema catalana no está nada claro, pues su origen (muy antiguo) se lo disputan, con distintos nombres, catalanes, ingleses y franceses.  Sí podemos afirmar -apoyándonos en los recetarios del Medievo- que es uno de los dulces más antiguos de Europa.  Se elaboraba de forma muy parecida a la actual (yemas de huevo, y unos toques de canela y limón, posiblemente por la influencia de la cocina árabe). La harina de maíz sólo se usaba como espesante en las zonas más septentrionales de España, como Galicia o Asturias, mientras que en el resto de la Península la mayoría de la población únicamente tenía acceso a la de trigo.   Era un plato festivo, que se consumía especialmente en el día de San José. Seguramente, para los aldeanos medievales no había momento más dulce y recordado en el año que el de la primera cucharada de quebradizo caramelo y finísima crema. 

Ingredientes

  • 8 yemas de huevo (guarda las claras para otra receta)
  • 100 g de azúcar
  • 1 cucharada sopera de maicena (unos 20 g)
  • 1 litro de leche entera
  • 100 g de azúcar para caramelizar
  • La corteza de algún cítrico: limón, naranja…
  • 1 ramita de canela

Elaboración

  1. Separa la clara de las yemas
  2. En una cazuela calienta la leche con la corteza de los cítricos y la canela en rama
  3. En otra cacerola a fuego lento, mezcla el azúcar, la maicena y añade las yemas ya batidas.
  4. Cuando la leche de la primera cazuela rompa a hervir, baja inmediatamente el fuego y añade la mezcla de las yemas, pero tamizada a través de un colador, para que no salgan grumos.
  5. Sigue cociendo a fuego medio y remueve sin parar con unas varillas, para que no se pegue al fondo.
  6. Justo cuando vuelva a hervir, aparta y rellena las cazuelas de barro individuales.
  7. Deja atemperar fuera de la nevera.
  8. Cuando esté cuajado, echa por encima azúcar moreno y quema un instante con la ayuda de un soplete.
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