Cada ciudad tiene sus dulces representativos (podríamos decir que auténticas obras maestras de la repostería) y en Ávila, los turrillos -aunque mucho menos conocidos que las Yemas de Santa Teresa- despiertan pasiones.
Los deliciosos turrillos son mucho más que una esperada merienda de Carnaval (que se alarga en muchos casos durante la Cuaresma y la Semana Santa): son el alma de la primavera, el reflejo de una tradición que ha sabido mantenerse al pie del cañón, generación tras generación.
Si nunca has oído hablar de ellos es porque su fama no está tan extendida como la de otros postres españoles, pero eso no los hace menos especiales, ¡al revés! Los convierte en un valioso tesoro capaz de sorprender con su textura jugosa y la autenticidad de su sabor a todo el que los prueba.
Crujientes por fuera y sorprendentemente suaves por dentro, así son los que preparamos en el Pazo, gracias al uso de huevos camperos de primera puesta (los primeros huevos de nuestras gallinas más jóvenes). Si aún no has tenido el inmenso placer de degustar este postre tradicional, ¡prepárate, porque estás a punto de descubrir tu próxima obsesión!
Pazo consejos para que los turrillos te salgan bien a la primera
Sabemos que dar con la tecla que convierte a los turrillos en una verdadera delicia no es tan fácil, sobre todo si es la primera vez que los preparas. Ahora bien, si sigues nuestros trucos y el paso a paso que encontrarás más abajo, no fallarás. ¡Síguelos y ya nos cuentas el resultado!- Evita añadir demasiada harina a la masa, aunque te dé la sensación de que tiene una textura excesivamente pegajosa. Si agregas más cantidad de la cuenta, los turrillos se endurecerán y quedarán secos tras freírlos.
- Puedes sustituir el aguardiente por anís dulce, ron blanco o vino dulce. Aunque el sabor será ligeramente diferente, muchas personas los preparan así ¡y quedan igual de ricos! Si prefieres una opción sin alcohol, puedes cambiar el licor por zumo de naranja, que le aporta frescura y un ligero dulzor muy agradable al paladar.
- Si el aceite está demasiado caliente, los turrillos se tostarán rápidamente por fuera (e incluso podrán quemarse) y no se llegarán a hacer por dentro. Lo ideal es freírlos a fuego medio-bajo para que se doren de manera uniforme y adquieran ese bonito color dorado que los hace tan irresistibles. Un buen truco es retirar la cazuela del fuego si notas que han cogido color muy rápido.
- En muchos pueblos los turrillos siguen disfrutándose como antaño: acompañados de un vasito de vino dulce, moscatel o una copita de anís. Si te animas, hazlo con moderación.
- Como ocurre con muchas recetas tradicionales, cada familia tiene su propia versión. Algunos les añaden canela, otros le echan ralladura de naranja en vez de limón, e incluso hay quienes los bañan en miel en lugar de azúcar. Vamos, ¡que les sucede lo mismo que a las torrijas!
- Si los guardas en un recipiente o envase bien cerrado, los turrillos pueden conservarse crujientes durante varios días. Una opción sencilla y económica es almacenarlos en nuestras cajas de huevos camperos, cubriendo el fondo previamente con papel de horno.
- ¿Todavía no sabes dónde conseguir los huevos camperos de Pazo de Vilane? Es tan sencillo como entrar en nuestro buscador de tiendas y localizar el punto de venta físico que se encuentre más cerca de tu casa, para acercarte en cuando tengas tiempo. ¡Estamos en toda España!
Ingredientes
- 4 huevos de primera puesta Pazo de Vilane
- 200 gramos de azúcar
- 125 ml de aceite de girasol para la masa
- 100 ml de aguardiente
- Ralladura de un limón grande
- 550 g de harina
- 2 cucharaditas y media de levadura
- Aceite de oliva suave o de girasol para freír
- Un poco más de azúcar adicional para bañar los turrillos al final.
Elaboración
- Comienza batiendo con unas varillas los 4 huevos camperos de Primera Puesta junto al azúcar en un recipiente grande, hasta que la mezcla se vuelva espumosa y se integre por completo. Después, agrega el aceite, la ralladura de limón y el aguardiente y mezcla todo hasta que quede perfectamente combinado.
- A continuación, comienza a añadir la harina tamizada poco a poco, removiendo constantemente. En las últimas incorporaciones utiliza una pala, ya que este tipo de masa suele ofrecer resistencia. Cuando toda la harina esté bien integrada comprobarás que la masa te queda con una textura algo pegajosa. ¡No te preocupes! Tiene que ser así. Una vez lista, cúbrela con un trapo limpio y deja que repose durante una hora.
- Pon una cazuela alta con aceite y caliéntala a fuego medio-bajo. Humedécete las manos y da forma a los turrillos. Coge un poco de masa, forma palitos y gira los extremos en direcciones opuestas para que se ricen (no los hagas muy grandes, porque en la fritura crecen mucho).
- Colócalos con cuidado en el aceite caliente y fríelos hasta que estén dorados. Si se abren un poco, no te preocupes, ¡es señal de que están perfectos!
- Cuando los turrillos estén listos, sácalos con cuidado y colócalos en un plato con papel absorbente para escurrir el exceso de aceite. Después pásalos por azúcar para darles ese toque dulce tan característico.