Si te gustan tanto las gallinas como a nosotros, seguro que tienes curiosidad por saber cómo son por dentro. Cada parte de una gallina desempeña una función imprescindible dentro su organismo, por tanto, como en cualquier ser vivo, el fallo de una de ellas puede desembocar en el malestar o mala salud general del animal.
Desde nuestros inicios, en 1996, en Pazo de Vilane hicimos del bienestar animal nuestra principal bandera. Por eso extremamos los cuidados de nuestras gallinas -permitiéndolas salir al aire libre todos los días, a los frescos pastos gallegos- y vigilamos a diario su estado de salud.
Para ello, nuestro equipo de veterinarios y encargados de granjas, que cuentan con amplios conocimientos acerca de la anatomía de las gallinas, vigilan cualquier anomalía tanto en su aspecto externo como de comportamiento, lo que nos proporciona mucha información acerca de su salud.
Veamos más de cerca cómo está formada una gallina; de este modo entenderemos mucho mejor su estado general, metabolismo, movimientos y reacciones, así como su conducta dentro y fuera del gallinero.
Sistema reproductivo
El sistema reproductivo forma, sin duda, una de las partes más interesantes de las gallinas. Poca gente sabe que las gallinas ponen huevos para reproducirse como medida de auto-protección.
Y es que el poder incubar los huevos y elegir la huida ante la presencia de un depredador aumentaba mucho sus posibilidades de supervivencia cuando vivían en estado salvaje, hace miles de años.
Además, como el huevo contiene todo lo necesario para el desarrollo del embrión, si la madre se veía obligada a abandonarlo puntualmente el polluelo podía llegar a nacer incubándose con el calor del sol.
Ya los egipcios descubrieron esta práctica y desarrollaron la primera industria avícola rudimentaria, exponiendo los huevos a los rayos solares y a unos hornos de arcilla en las horas nocturnas.
En el aparato reproductor de una gallina pueden distinguirse dos partes: el ovario y el oviducto. Las gallinas sólo cuentan con un ovario, que se va desarrollando desde su nacimiento, y que a partir de las 16 semanas de vida ya tiene cierto tamaño.
En las 3 semanas previas a la puesta del primer huevo (lo que equivaldría a la menarquía en las adolescentes) el aparato reproductor se desarrolla muy rápidamente, debido a la acción de las hormonas.
El oviducto sigue un desarrollo similar: es lento al principio y crece hasta alcanzar los 70 cm cuando la gallina está a punto de alcanzar la madurez.
El ovario se asemeja a un racimo de uvas, con numerosos folículos (futuros huevos) de distinto tamaño. Los más grandes son los más próximos a formarse. Y aunque las gallinas pueden llegar a tener hasta 4000 folículos, sólo una pequeña parte de ellos se desarrollará.
El oviducto, un largo tubo rosa pálido, conecta el ovario con la cloaca, y cuenta con una serie de segmentos que cumplen diferentes funciones. En ellos se irán depositando los distintos componentes del huevo hasta completar su total formación.
En el infundíbulo, primer segmento del oviducto, se captura la yema tras la ovulación. En el magnum, segundo segmento y mucho más largo, se forma la clara. En el istmo, por su parte, se generan las membranas del huevo. Por último, en el útero, cuarto segmento de gran diámetro, se alojan unas glándulas que producirán el calcio para conformar la cáscara.
Una vez esté listo, la gallina expulsará el huevo por la vagina, donde se forma la cutícula, que impedirá el paso de microorganismos.
Otro órgano que, sin ser estrictamente hablando parte del sistema reproductivo, sí tiene mucho que ver con él es la cresta. Este apéndice rojo que corona la cabeza de las gallinas de tejido cartilaginoso es un carácter sexual secundario, es decir, un indicador del nivel de maduración sexual de estas aves.
Entre otras muchas pistas, el estado de la cresta de la gallina indica al cuidador o granjero si está o no preparada para empezar a poner huevos.
Sistema digestivo
Aunque no forma parte -estrictamente hablando- del sistema digestivo, el pico de la gallina es su puerta de entrada. Está formado por queratina endurecida y realiza la importante función de pre-trituración del alimento. También, en ocasiones, las gallinas lo emplean como arma de defensa, frente a sus congéneres o frente a otros animales.
Pero lo que llama la atención de su sistema digestivo es la ausencia de estómago, que es sustituido por el buche, una de las partes de la gallina más interesantes.
En realidad, todo el sistema digestivo de la gallina es un largo tubo (desde la boca hasta la cloaca) formado por ensanchamientos donde se acumulan materiales de desecho, por un lado, y alimenticios, por otro.
El buche es uno de ellos. En él permanecen los alimentos duros (como el grano) unas 12 horas, hasta que se ablandan y están listos para pasar al pro-ventrículo, donde no se detienen, pero sí se empapan de jugos gástricos.
Además, el buche es un recurso excelente para las gallinas, pues les permite ingerir rápidamente comida, almacenarla y huir. Esto es una reminiscencia de su vida salvaje pasada, cuando debían estar atentas a la presencia de depredadores.
Al buche le sigue la molleja, donde se termina realmente de triturar la comida. Para ello, las gallinas que viven en libertad, como las de Pazo de Vilane, ingieren piedrecitas que actuarán en este órgano como pequeñas prensas, ayudando en el proceso de molienda, lo que les ayudarán a tener una mejor salud digestiva.
En el intestino delgado, como en los mamíferos, se produce la absorción de nutrientes. Dos particularidades del sistema digestivo de las gallinas es que el duodeno tiene forma de U y que el intestino grueso es muy corto.
Sistema locomotor: alas, cuerpo y patas
Aunque las aves son generalmente clasificadas como tetrápodos (animales con cuatro extremidades) las anteriores se han modificado, transformándose en alas.
En el caso de las gallinas, como ya hemos mencionado anteriormente, la evolución ha intervenido transformándolas, por eso son incapaces de volar largas distancias.
Las partes del ala (desde la parte pegada al cuerpo hasta la punta) son: la escápula, el hueso coracoides, el húmero -que está articulado con el radio y el cúbito) y finalmente el carpo y el metacarpo, que se fusionan para formar la muñeca y la mano de la gallina.
El cráneo de las gallinas es muy pequeño, más de lo que podríamos pensar a siempre vista, y es que entre los huesos craneales existen espacios. Algunas gallinas con “moños” en la parte superior de la cabeza presentan huesos frontales muy prominentes.
Las mandíbulas son muy fuertes, pues las gallinas carecen de dientes y emplean el pico para tratar de romper toscamente el alimento.
El tronco está formado por el raquis o columna, muy largo y en forma de S, y cuenta con 13 vértebras. Esta mayor longitud respecto a los mamíferos sirve para dar mayor fuerza al pico, encargado de buscar y romper el alimento.
La primera vértebra de las gallinas, denominada Atlas, tiene una particularidad, y es que aloja una articulación especial que puede rotar en tres dimensiones. Esto es lo que les permite girar la cabeza casi por completo, así como realizar sus característicos movimientos, secos y rápidos.
El esternón es un hueso especialmente desarrollado, aunque no tanto como en el resto de las aves, pues está relacionado con su escasa capacidad de vuelo.
Además, la pelvis está soldada al raquis, cosa que no ocurre en los mamíferos.
Las patas de la gallina cuentan con fémur, rótula, tibia y peroné, y su pie en la vida adulta carece de tarso. Es curioso, porque en la época de pollita sí llega a tenerlo, si bien acaba por fusionarse con la tibia y el metatarsiano.
Las rodillas son fuertes para soportar la posición de plegado que las gallinas adoptan tanto para descansar como para poner y/o incubar huevos.
Por último, cuatro huesos correspondientes a los dedos forman el pie: el pulgar, el interno, el medio y el externo.
La musculatura de las gallinas es fuerte y cuenta con menos fibra y grasa intramuscular que la de los mamíferos. En las gallinas los músculos pectorales (o pechugas) están muy desarrollados, pero son pálidos, porque en ellos predominan las fibras musculares blancas y no están muy irrigados.
Plumas y piel: sistema protector externo
Las partes externas de una gallina o sistema protector externo está conformado por las plumas y la piel.
Ambas tienen un importante papel: el de aislar a las aves de cualquier inclemencia, tanto del excesivo frío como del calor asfixiante.
Asimismo, y aunque ya no son animales salvajes (se cree que fueron domesticadas en la antigua India y todo el sudeste asiático, hacia 7.500 a.C.) todavía las gallinas son capaces de emprender cortos vuelos (sobre todo las de razas pequeñas o medianas).
Estas aves también se sirven de sus plumas para llamar la atención del sexo opuesto durante el cortejo.
La piel de las gallinas, por su parte, las protege también del frío y del calor, y tiene como importante función transformar la luz solar en vitamina D. La piel emplumada cuenta con unos folículos, una especie de finos tubos, que es donde se engarzan las plumas.
Pero también las gallinas cuentan con una piel escamada alrededor de las patas (mucho más gruesa) y con otros elementos externos que, sin ser propiamente piel, las protegen del exterior.
Las uñas de las patas, muy duras y afiladas, formadas por queratina, les sirven para escarbar el terreno y encontrar insectos, semillas y piedrecitas, que les aportan proteínas, hidratos de carbono y minerales extras. Todo ello, claro está, siempre que las gallinas vivan en un régimen de libertad, como el de las gallinas camperas, y tengan la oportunidad de salir al exterior cada día.
Como vemos, la gallina es un animal muy interesante desde el punto de vista anatómico, en el que todo parece estar enfocado a la puesta de huevos. Seguro que habrás reparado en que su diseño corporal parece hecho a propósito para este fin.
La puesta casi a diario de huevos constituye en sí misma un auténtico milagro de la naturaleza al que asistimos todas las mañanas en Pazo de Vilane. Por ello tratamos de compensar a nuestras gallinas con los mejores cuidados posibles: desde el pienso de mejor calidad hasta largas horas de paseos por los prados de nuestras fincas, pasando por la mayor higiene y comodidad en los gallineros.
Porque en Pazo de Vilane no producimos huevos, cuidamos gallinas.
¿Te ha gustado este artículo? ¡Pues te ofrecemos mucho más!
¡Suscríbete a nuestro boletín y recibirás gratis un libro digital!