El 21 de marzo celebramos el Día Internacional de los Bosques, una conmemoración auspiciada por Naciones Unidas que trata de concienciar acerca del incalculable valor que tienen los bosques para la conservación de la vida en el planeta. Este año el lema elegido es “Bosques: consumo y producción sostenibles” y el objetivo es lograr que todos elijamos la madera sostenible.
Aunque apenas nos demos cuenta, casi cada acción de nuestras vidas depende de la conservación de los bosques. Porque sin los bosques no habría agua, y sin ella no podríamos vivir: la usamos para beber y conservarnos sanos, pero también para nuestra higiene, lavar la ropa y utensilios, producir todos los alimentos que consumimos (vegetales y animales), o fabricar electricidad…
En efecto, se ha demostrado que las arboledas atraen las lluvias y además son fuente infinita de riqueza. ¿Sabías que, según la ONU, más de 1.600 millones de personas dependen directamente de los bosques porque de ellos obtienen alimento, medicina, combustible y abrigo?
De ahí la importancia del Día Internacional de los Bosques, una celebración en la que todos deberíamos implicarnos y colaborar en la medida de nuestras posibilidades.
Si conservamos mejor los bosques, lograremos una mejor calidad del aire que respiramos (porque los árboles compensan las emisiones de CO2) conservaremos e incluso aumentaremos las miles de especies vegetales y animales que habitan en ellos (un 80% de las mundiales), y erradicaremos la pobreza de las poblaciones rurales.
Y es que la ONU considera que una gestión sostenible de los bosques podría suponer la herramienta definitiva de desarrollo de muchas personas que viven en el rural y no quieren abandonar sus lugares de origen.
En este sentido, es necesaria una buena gestión de la madera que producen los bosques. Gracias a las podas y a la limpieza de restos vegetales –siempre necesarias para la buena salud de las arboledas- se produce leña y otros combustibles sostenibles, como pellets. Además, la madera se emplea en cocinas, muebles, utensilios, nuevas fibras para tejer ropa…
Nuevas tecnologías para la preservación de los bosques
En algunos países ya se están desarrollando nuevas tecnologías con el fin de aprovechar todos los recursos que nos brindan los bosques. El uso de drones y de la inteligencia artificial sirven para la prevención de incendios, así como para ponerles freno una vez se han desatado.
Un ejemplo de cómo la tecnología puede ayudar a la gestión y conservación de los bosques quedó patente durante los recientes incendios forestales de Australia. En este desafortunado evento de 2020 los expertos manejaron multitud de sensores y una potente plataforma de gestión de datos (Digital Earth Australia Hotspots) que proporcionó información en tiempo real de aquellas zonas boscosas con niveles de radiación infrarroja fuera de lo normal. De este modo, pudieron adelantarse y desplazar equipos a las zonas en peligro.
En la actualidad, se sigue trabajando con tecnologías punteras, como el Global Forest Watch (GFW), que emplea imágenes satelitales y algoritmos para detectar la tasa de deforestación de un bosque determinado, detectando algún cambio o incidente y su evolución.
El bosque gallego: un bien incalculable
Todo el que conoce Galicia por primera vez queda prendado de su exuberante paisaje, sobre todo cuando contempla la inmensidad de sus fragas, que parecen no tener fin.
La fraga gallega enamora e impresiona a la vez porque la espesura de sus copas no permite penetrar la luz del sol, propiciando un ambiente húmedo, oscuro y misterioso. Es en este tipo de bosque, donde no ha intervenido la mano del hombre y pueden verse líquenes, musgos y helechos poco comunes, donde verdaderamente se aprecia la grandeza de la naturaleza.
Tan arraigado está el bosque y tan unido al alma gallega, que uno de sus hijos predilectos, el escritor Wenceslao Fernández-Flórez, le dedicó su obra más reconocida, “El bosque animado”, por cuyas páginas pasean almas en pena, peregrinos enamorados y hasta hermandades de gatos salvajes.
De entre todas las fragas o bosques autóctonos gallegos brilla sin duda la carballeda o robledal, cuyas distintas tonalidades ayudan a ubicar el transcurso cíclico de los meses y las estaciones. No obstante, es bastante común encontrar en las fragas gallegas otras especies que conviven en armonía con los robles, como los castaños, acebos, laureles, espinos, frutales silvestres o alcornoques.
El roble es un árbol fuerte que puede superar los 50 metros de altura, pero requiere de suelos húmedos y profundos. Por eso encuentra su hábitat ideal en los fértiles valles y suaves laderas de las distintas comarcas gallegas. Y precisamente la nobleza, fortaleza y porte de este árbol nos inspiraron en 1996 a la hora de definir nuestros valores y el logotipo de Pazo de Vilane, inspirado en su hoja.
Desafortunadamente, no todos los bosques gallegos son autóctonos. Desde la prehistoria hasta nuestros días se han explotado (no siempre con acierto) los bosques en Galicia, mermándolos o dañándolos, de manera que lo que nos ha llegado es sólo una pequeña parte de la gran riqueza que originariamente existía.
Además, en el último siglo, y dada la rentabilidad generada por la gestión forestal, se repoblaron amplias zonas en muchas comarcas gallegas con especies foráneas de rápido crecimiento, como el eucalipto. Éstas se han revelado muy perjudiciales, pues demandan mucha agua y terreno, de modo que impiden el desarrollo natural de las especies arbóreas autóctonas.
En Pazo de Vilane somos muy conscientes de la importancia de preservar y promover los bosques gallegos. Por eso, a través de nuestro concurso, 1 idea, 1 árbol, que en 2022 ha alcanzado su 9ª Edición, plantamos un árbol por cada idea de reutilización de nuestra caja de huevos camperos enviada por nuestros seguidores. A lo largo de los años hemos ido plantando cientos de árboles en las fincas del Pazo, repartidas por la Comarca de A Ulloa (Lugo), que sirven de cobijo a nuestras gallinas camperas.
Además, en 2021 plantamos el bosque 25 aniversario para celebrar con este acto simbólico todo lo que hemos recibido de la naturaleza gallega.
En conclusión, es necesario cuidar y defender los bosques autóctonos gallegos, pues forman parte de nuestro patrimonio medioambiental y paisajístico y sus especies están amenazadas por otras foráneas.
El Día Internacional de los Bosques supone una excelente manera de recordarnos que preservarlos para las generaciones futuras debe ser nuestra prioridad. No podemos dejarles mejor legado.
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