Magosto: la fiesta de las castañas que une a generaciones enteras

Con la llegada de noviembre la castaña se hace protagonista y en muchos lugares se celebra el Magosto. Descubre todos los secretos de esta fiesta típica

El magosto es una fiesta popular de ámbito rural que conmemora la cosecha anual de las castañas y que cuenta con largo raigambre en distintas zonas del noroeste de España, como Galicia, Cantabria, Asturias, Castilla-León y norte de Extremadura, así como parte de Canarias. 

Aunque se celebra de forma similar, recibe diferentes nombres dependiendo del ámbito geográfico. Así, en Portugal es conocido como magusto y en el País Vasco como Gaztainerre; en Extremadura toma el nombre de Chaquetía y en Cantabria se conoce como Magosta o Magestu. 

Si bien no tiene una fecha específica de celebración, es decir, que se extiende a lo largo de dos o tres semanas, desde primeros de noviembre hasta bien avanzado el mes, en Galicia se considera que el día 11, San Martiño, es su fiesta central. 

Castañas en un cubo para Magosto

El magosto nos encanta porque reúne en torno a sí costumbres inveteradas relacionadas con el disfrute del bosque, los amigos y la familia, el vino nuevo, la sidra o el orujo -en Galicia no falta la queimada- alimentos de la matanza, como el chorizo o la morcilla y, sobre todo, las castañas y las hogueras. 

Porque el magosto va de esto: de asar castañas en una hoguera y compartirlas con el vino nuevo obtenido tras la reciente vendimia con vecinos o familiares, niños, adultos o mayores (la edad es lo de menos). Algo bien simple… ¡Pero muy especial!

Origen del magosto

El magosto hunde sus raíces en las épocas pre románicas, concretamente en la cultura de los pueblos celtas que habitaban el norte de España. Al igual que la fiesta de Samaín, que se celebraba -y aún hoy tiene lugar- en fechas muy cercanas, el fuego era un elemento imprescindible, pero las castañas ocupaban el papel estelar.   

Como el Samaín estaba todavía muy presente, el fuego de la casa se dejaba toda la noche encendido y los alimentos se disponían en torno a la lumbre por si los difuntos de la familia volvían a sus hogares a reponer fuerzas y calentarse. 

En sus inicios el magosto también se relacionaba con la fertilidad y la fecundación de la tierra, si bien, al cristianizarse se vinculó a los santos y difuntos de cada familia: así, cada castaña simbolizaba un alma liberada del Purgatorio. 

En la actualidad, el magosto es un banquete campestre en el que no faltan las castañas y los vinos de la tierra. Amigos y familiares se citan en plena naturaleza para pasar un día agradable, celebrar el fin de una nueva cosecha y comer, beber, escuchar música y bailar juntos alrededor de las hogueras.  

Afortunadamente, en zonas del interior de Lugo (donde se ubica Pazo de Vilane) y en toda la provincia de Ourense se sigue manteniendo muy viva esta bonita tradición. Todo el mundo celebra el magosto de una forma u otra, y aunque la más popular es subir al monte con un grupo de amigos o familiares, también las bodegas de las casas son el escenario perfecto para las reuniones festivas en torno a la lumbre.  

Los castaños y Galicia

Los castaños y su fruto, la castaña, forman parte de Galicia desde hace siglos. Muchos de ellos son árboles centenarios de extraordinario valor histórico; de hecho, en Manzaneda (Ourense) se conserva un ejemplar de mil años de edad. 

Castaños

Mucho antes del Descubrimiento de América y de la introducción en Europa de nuevos cultivos como el maíz o la patata -que tanta importancia cobrarían en siglos posteriores- las castañas fueron el sustento de millones de personas en todo el Continente y muy particularmente en nuestra región. 

En aquel entonces, de los castaños se aprovechaba todo. En primer término, sus frutos, conocidos como el “pan de los pobres”, pues con ellos se abonaban las rentas o incluso se pagaba el jornal de los agricultores; pero también su madera, de gran calidad, era muy apreciada para elaborar muebles o incluso instrumentos.

Con las castañas no sólo se cocinaban pan o pasteles, también daban sabor a guisos como lentejas, sopas o incluso se empleaban para destilar jarabes medicinales para la tos u otras dolencias.

La diversificación de cultivos trajo cierto alivio a los campesinos, pues fueron siendo menores los riesgos por malas cosechas, sin embargo, no por ello dejó la castaña de tener su importancia en las tierras gallegas. 

Porque, desde luego, Galicia es la región “castañera” por excelencia, con unas 50.000 hectáreas de castaño. No es de extrañar que por ello sea la comunidad autónoma española que más castañas produce y exporta, unos 20 millones de kilos de gran calidad. 

Así, la variedad Castanea Sativa, una de las más apreciadas, cuenta hasta con su propia marca de calidad, la Indicación Geográfica Protegida IGP Castaña de Galicia, recientemente creada con el objetivo de revalorizar un fruto que aporta mucho valor económico y cultural a la región.  

La castaña, un alimento por descubrir 

Las castañas son mucho más versátiles en la cocina de lo que podríamos pensar a simple vista: pueden comerse crudas, asadas, cocidas, en sopas, en harina (para la elaboración de masas) en mermelada o en salsa… Además, ofrecen abundantes nutrientes y aportan pocas grasas. 

Dentro de los frutos secos es uno de los más adecuados para dietas de adelgazamiento o incluso para aquellas bajas en hidratos, porque presentan una cantidad muy reducida de azúcares. 

Por si esto fuera poco, aportan mucha fibra y cuentan con propiedades antiinflamatorias; en consecuencia, son ideales para aliviar los problemas de estreñimiento. 

A todo lo anterior se suma el que las castañas son ricas en vitaminas, sobre todo la E y del Grupo B (también ácido fólico) así como en minerales: calcio, potasio, magnesio, hierro, sodio, fósforo, selenio, yodo, zinc… 

En definitiva, el magosto es una fiesta perfecta para conjugar varios hábitos muy saludables: respirar aire puro, reír y disfrutar de los amigos y comer castañas. También es un momento ideal para celebrar la vida y recordar a los que se fueron, uniendo juventud y tradición. 

Así que, si todavía no has tenido oportunidad de vivir un magosto, hazte con tus castañas gallegas y convoca a tus amigos en torno a una buena lumbre; eso sí, te pedimos que nunca hagas fuego fuera de las áreas habilitadas para ello y sin tomar todas las precauciones que te indiquen las autoridades. Los bosques gallegos son uno de los mejores legados que hemos recibido y nuestro deber es cuidarlos y acrecentarlos.    

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