10 diciembre 2018
Emprender en los 90 era muy complicado. Sobre todo, en el medio rural. Era una actividad que estaba copada por las industrias porque en ese momento no había huevos camperos en el mercado. Todos los huevos que se vendían eran de gallinas enjauladas. Nosotros entramos en el mercado con una propuesta muy nueva: huevos camperos de gallinas en libertad. Un año más tarde ya llevamos a cabo una gran distribución y, año y medio después, una de las medidas que tomamos fue potenciar el producto a través de la imagen, explica Piedad Varela, cofundadora y directora de Marketing y Comunicación, durante una entrevista realizada por los periodistas Begoña Ortega y Andrés Valenzuela, del Economista.
Asimismo, Pazo de Vilane innovó con el envase. Una caja de cartón reciclado que tiene un dibujo de una gallina punteada que parece que está en el campo caminando. Fue romper la estética huevera de plástico de toda la vida. Así, conseguimos colocarnos primeros en la distribución y nos fuimos diferenciando. Además, este diseño de las cajas ha obtenido dos premios y un reconocimiento industrial.