Huevos camperos perfectos. Tortilla perfecta.

(Por Carmen Blanco. Taberna de Caaveiro)

Cuando nos comunicaron que nuestro Bocadillo de tortilla de patatas chips con pisto al pesto había sido seleccionado entre los seis finalistas del concurso de bocadillos de autor en Madrid Fusión 2019, tuve claro que una de las claves del éxito de nuestra tortilla eran los huevos camperos. ¿Y quién pone los huevos? Las gallinas. ¿Y quién tiene las mejores gallinas? Para mí, sin duda, Pazo Vilane. Desde que era pequeña y visitaba la granja de mis abuelos no había vuelto a sentir el verdadero sabor y textura del huevo de una gallina criada como las de toda la vida: saliendo a diario al campo, al sol, pisando hierba y comiendo cerales. No en vano la filosofía que tienen es: En Vilane no fabricamos huevos, cuidamos gallinas. Los olores y los sabores marcan nuestra percepción del mundo, y al igual que la magdalena mojada de Proust logró transportarlo con todo detalle a un momento olvidado de la casa de su tía, yo nunca podré olvidar el día que probé de nuevo, después de muchos años, un huevo de verdad, un huevo campero de Pazo de Vilane, que me transportó de inmediato a través del tiempo y del espacio a un momento de infancia con pan y huevo frito recién hecho y recién cogido. Una aspiración gastronómica al alcance de cualquiera gracias al mimo con que cuidan sus gallinas en Pazo Vilane. Hacer una buena tortilla no tiene muchos secretos, pero hay algo de alquimia en su elaboración, aparentemente sencilla, que hace que cuando se alinean los planetas con los huevos, las patatas y la sartén, se produzca cierta magia que convierte a la tortilla en un manjar de dioses. El nivel del concurso de bocadillos en Madrid Fusión era muy elevado, cualquiera de ellos merecía un premio, pero para mí, además de participar, el mayor premio ha sido la cantidad de gente que me ha dicho que la tortilla era perfecta de sabor, textura y color.