Un bosque es mucho más que un conjunto de árboles, es un ecosistema lleno de conexiones entre especies

Por Sandra Goded Millán (*).- Los bosques autóctonos atlánticos de la Península Ibérica están desapareciendo. Cada vez es más difícil encontrar parches de bosque autóctono carballos (Quercus robur), castaños (Castanea sativa), sauces (Salix atrocinerea), fresnos (Fraxinus excelsior), saúcos (Sambucus nigra) o abedules (Betula alba), entre muchos. Es aún más difícil encontrar parches de bosque autóctono maduro, con ejemplares que pueden superar los 500 años de antigüedad en el caso, por ejemplo, del carballo. Sin embargo, en la comarca de A Ulloa, Lugo, en menos de 25 años se han fragmentado y hecho desaparecer la mayor parte de los bosques autóctonos, a la vez que se ha multiplicado por 6 la plantación de especies exóticas, principalmente eucaliptos (datos de FAO, 2010). Los bosques autóctonos contienen una biodiversidad enorme, con miles de especies de artrópodos, aves, mamíferos, plantas y hongos que viven y dependen de ellos para sobrevivir. Además, proporcionan servicios ecosistémicos (regulación de temperatura, retención del suelo, prevención de erosión, prevención de incendios, refugio para especies de aves que controlan plagas, refugio para especies de insectos polinizadores, producción de madera, setas, frutos, etc.), que las especies exóticas como los eucaliptos no proporcionan (de los mencionados solamente aportan la producción de madera). Un bosque es mucho más que un conjunto de árboles, es un ecosistema lleno de redes de conexiones entre especies de plantas y animales que llevan milenios conviviendo. Los bosques autóctonos de cada lugar son el fruto de la co-evolución de todos estos seres y su adaptación al medio en el que viven y han vivido a lo largo de la historia. Asimismo, los bosques autóctonos tienen un valor ecológico, cultural, paisajístico y de herencia rural que forma parte de cada lugar, y es inseparable de él. Cuando se destruye un bosque, ya sea víctima del fuego o de la tala, no sólo se están perdiendo árboles, se está perdiendo la cultura. Porque la cultura no sólo es el arte o el idioma, la cultura también es el paisaje y la naturaleza que inspiró ese arte, y esa lengua. Miles de palabras, expresiones, dichos, poemas, ritmos, canciones y bailes están inspirados en los bosques autóctonos y los usos que siempre se les ha dado. No podemos separar la cultura gallega de los bosques gallegos, forman ambos un mismo ser. En A Ulloa, tenemos aún una reliquia por conservar: aún quedan algunas carballeiras (bosques de carballos), al contrario que en la mayor parte de Galicia, con toda la vida que sostienen, en las que viven incontables seres, y que necesitan que esas carballeiras se conserven para poder vivir. Desde tiempos inmemoriales nuestros antepasados han conservado los bosques autóctonos gallegos, porque eran su fuente de alimento y refugio. Y somos nosotros ahora lo que debemos asegurarnos de que las futuras generaciones tengan también ese derecho, derecho a saber cómo son los bosques centenarios da Ulloa y todos los recursos que nos dan. Por todo ello, desde Pazo de Vilane y Quercus Sonora promovemos la plantación de especies autóctonas para regenerar los bosques autóctonos atlánticos y promover su conservación, conocimiento, respeto y uso. (*) Sandra Goded Millán es bióloga y fundadora de la asociación Quercus Sonora. Actualmente realiza su tesis doctoral en la Universidad de Santiago de Compostela, titulada «Efectos de las prácticas agrícolas y forestales sobre la biodiversidad en el noroeste de la Península Ibérica».